La farsa que el cuentero quiere convencer

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Miami, 15 de junio del 2014
Tres veces se abrió la camisa y cuatro veces pidió que le disparen
30 de septiembre del 2010, Regimiento Quito. Millones de ecuatorianos creyeron ese día que el presidente improvisaba un gesto de coraje. Hoy sabemos que fue parte de un guión ensayado con anticipación. Vea las pruebas fotográficas más abajo.

 

El pasado 7 de junio, los integrantes de la Comisión especial gobiernista que investigó los acontecimientos del 30 de septiembre del 2010, concurrieron al programa de los sábados del primer mandatario. «Lo fundamental del informe que le presentamos a usted [presidente Rafael Correa], ha sido… que efectivamente… el 30 de septiembre no fue un hecho casual», dijeron.

 

La Comisión no ha entregado hasta este momento ni una sola evidencia para respaldar su conclusión.

La Comisión del 30 S no ha ofrecido hasta ahora ni una sola evidencia de su golpe «suave».

En esta entrega, nosotros les ofrecemos pruebas fotográficas de que, en efecto, el 30 de septiembre no fue una casualidad sino un acontecimiento muy bien planificado, pero no por la oposición sino por la dictadura.

Hemos escogido el acontecimiento más llamativo de ese día, el momento en que el dictador se abrió la camisa y les pidió a los policías rebeldes que lo maten.

La versión oficial es que fue un gesto espontáneo del primer mandatario. Las fotografías más abajo demuestran que no fue así. El presidente se abrió la camisa y pidió que le disparen varias veces, antes incluso de ingresar al Regimiento Quito, como si se tratase de un guión que requiriese ensayo.

Para seguir el orden de las fotos, el lector debe tomar en cuenta la siguiente secuencia de acontecimientos:

Cuando el presidente concurrió aquella mañana donde los policías descontentos, se detuvo primero en el Grupo de Operaciones Especiales (GOE), creyendo que era allí donde estaba el epicentro de la rebelión. Cuando le hicieron ver el error, volvió a embarcarse en su vehículo. Al llegar al Regimiento Quito, los policías rebeldes no le permitieron ingresar y lanzaron gases lacrimógenos. Frustrado, se alejó por unos instantes, pero enseguida volvió. Esta vez lo dejaron pasar. Entonces subió las escaleras, se asomó a una ventana del segundo piso y desde allí se dirigió a las cámaras de televisión y los policías.

Rafael Correa llega al cuartel del GOE, creyendo que allí tiene lugar la rebelión. Hace el gesto de abrirse la camisa y, dirigiéndose a la cámara, asegura que prefiere que le den un tiro en el pecho.

 

Le aclaran al presidente que la rebelión no es allí sino en el Regimiento Quito. Entonces se acomoda la corbata y se dirige a su vehículo.

 

Ya en el vehículo repite el llamado a que le lancen gases lacrimógenos y le disparen al pecho.

 

Llega al Regimiento Quito con el saco y la camisa correctamente ajustados.

 

Mientras se acerca a la puerta del Regimiento Quito, se abre la camisa y la corbata.

 

Todavía afuera del Regimiento, pide a gritos que le den un tiro en el pecho.

 

Los policías rebeldes no lo dejan entrar.

 

Viendo que no puede ingresar, opta por retirarse. La camisa aún está desabrochada y el nudo de la camisa sigue flojo

 

Cambia de opinión y regresa. De nuevo la camisa y la corbata se ven bien ajustadas.

 

Se asoma a la ventana del segundo piso para representar una vez más la escena que ha venido ensayando.

 

El 30 de septiembre del 2010, la dictadura montó un operativo político para que el ejército intervenga con armas de grueso calibre. Para eso había que inventar un golpe de estado que no existió. Correa no concurrió al Regimiento Quito por «irresponsable» sino como parte de un guión que buscaba ese resultado.

Dos años de cárcel 
por aplaudir
El golpe «blando» del 30 de septiembre del 2010 fue tan «blando» que cabría llamarlo golpe «tierno», como ha propuesto Jaime Damerval. Sus protagonistas no usaron la violencia. En el caso de Francisco Endara Daza simplemente aplaudieron.
El juicio contra Francisco Endara Daza fue tan desprolijo que en la sentencia lo llaman «Francisco Endara Raza».

En marzo pasado, Endara fue condenado a dos años de cárcel por el delito de sabotaje. Sus abogados apelaron. En estos momentos aguarda la sentencia de segunda instancia.

Endara concurrió el 30 de septiembre del 2010 al canal EcuadorTV, donde un grupo de ciudadanos exigieron que se les permita hablar ante las cámaras para desmentir la información que transmitía el monopolio de medios públicos. En el transcurso de la protesta, se rompió una puerta de vidrio. Para inculpar a Endara, la Fiscalía mostró imágenes de ese día en que se lo ve aplaudiendo dentro del canal.

La sentencia del Segundo Tribunal de Garantías Penales reza:

«Es necesario destacar que en el caso de Francisco Endara Raza [sic], su presencia no corresponde ni al autor ni al agitador, sino más bien al apaciguador pero que participó y con su aplauso en un momento determinado hacía manifiesto y exteriorizaba su acuerdo general con la actuación del colectivo social, razón por la cual… su grado de participación en los hechos se subsume bajo el concepto de la complicidad como cooperante indirecto y secundario».

Dicho de otro modo: Cómplice por aplaudir.

Fragmento de la sentencia contra Francisco Endara Daza.

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